fbpx

¿A veces no le parece que la gente no le escucha, no le entiende o simplemente parecen vivir en una realidad diferente a la que usted habita?
Los hechos, lo políticamente correcto, la mesura o la sindéresis son elementos del discurso que parecen cada vez más escasos. Las conversaciones negativas están a la orden del día, y son las más atractivas para una población cada vez más participativa, en muchas ocasiones resentida con el status quo y, sin duda, ávida de entretenimiento y novedades.
¿Cómo liderar en un ambiente tan inestable? ¿Cómo sacar a nuestros colaboradores de sus premisas, sino no hay razones que los convenzan? Nosotros proponemos tres pasos fundamentales para entrar en estado de transformación:
Expandir su propia consciencia. Elevar su pensamiento y, consecuentemente, su discurso. Lo invitamos a abandonar la idea de convencer, ganar, ignorar, eliminar al otro, e identificar un propósito común en el cual las comunalidades sean más relevantes que las diferencias
Conectar a través conversación. Analizar la conversación para entender lo que realmente nos desconecta y poder encontrar nuevas maneras de conectar. No podrá entrar en la conversación si su pensamiento no se transforma en alguna medida. Si sigue pensando lo mismo, tenderá a encontrarse fuera de la conversación que alimenta el imaginario social.
Experimentar. Armado de un pensamiento más elevado y contenidos más permeables, es preciso encontrar nuevas propuestas significativas para esa ávida conversación de novedades. Si su conversación se centra en la consecución de un destino común, todos podrán colaborar en tratar de alcanzarlo. La transformación implica una ruptura necesaria para alcanzar una nueva realidad.
Estamos acostumbrados a hacer estrategias para competir, diferenciarnos y conquistar una parte del mercado. Sin embargo, hoy en día también tenemos que hacer esfuerzos conscientes para converger, permear y colaborar en posibilidades más allá del mercado. Esto implica adentrarnos en lo desconocido, en las posibilidades que aún no se han revelado. Asumir que no sabemos lo que depara el futuro, puede ser el primer paso en la dirección correcta, donde más importante es la fuerza transformadora de nuestro propósito como seres humanos, que la ambición de nuestra misión-visión como empresa.